El periodismo es una de las profesiones románticas, pero también es una de las más peligrosas. Entre 1990 y 1997 fueron asesinados más de 500 periodistas y trabajadores de los medios, muchos de ellos víctimas de mafiosos, grupos paramilitares y terroristas. Cada año, cientos de reporteros y escritores resultan heridos, tanto física como psicológicamente, por los horrores de la guerra y el conflicto social. Ver figura 1.
Figura 1. Argel, Argelia, 11 de febrero de 1996: Las oficinas devastadas de Le Soir, uno de los tres periódicos afectados por un coche bomba terrorista.
Le Soir
La tendencia a tratar de manipular o controlar la información se hace más evidente a medida que aumenta la velocidad y el alcance de la comunicación. Hoy la información da la vuelta al mundo en segundos gracias a la tecnología satelital. Las noticias y la información se pueden transmitir a los hogares de las personas a medida que suceden.
En consecuencia, los periodistas y sus ayudantes visibles (el personal técnico y de cámara, por ejemplo) representan una amenaza para cualquier grupo, oficial o no, que quiera evitar el escrutinio público. Esto conduce a ataques específicos y dirigidos contra periodistas y organizaciones de medios.
El problema de la “censura por la violencia” se ve exacerbado por la naturaleza de la competencia comercial en la industria de los medios y por los patrones de empleo no regulados. Las cadenas de medios compiten vigorosamente por la cuota de mercado, y esto está generando una mayor presión sobre los periodistas para que brinden imágenes y reportajes cada vez más dramáticos y sensacionalistas. Mucha gente de los medios está tomando mayores riesgos que antes.
La situación se agrava porque pocas organizaciones de medios brindan capacitación a su personal sobre cómo enfrentar situaciones de violencia y conflicto. Tal entrenamiento es esencial. El personal de los medios debe ser capaz de emitir juicios coherentes y sensatos de "evaluación de riesgos" sobre situaciones de informes de rápido movimiento. Necesitan un conocimiento básico de primeros auxilios y consejos de veteranos de los medios sobre cómo informar sobre escenas peligrosas.
El grupo más vulnerable de trabajadores de los medios—los periodistas autónomos y el personal eventual—son los que tienen menos probabilidades de recibir capacitación, incluso cuando está disponible. Se emplea más personal independiente que nunca y muchos de ellos provienen de las regiones donde se lleva a cabo la acción denunciada. A veces son contratados sin ningún seguro de vida o de salud. Si se lastiman, no tienen derecho a compensación.
Debido a que a menudo trabajan en circunstancias muy impredecibles, algunos periodistas siempre estarán en riesgo. A menudo será imposible evitar lesiones, incluso la muerte. Pero se puede hacer mucho más para minimizar los niveles de riesgo. Por ejemplo, en Argelia, donde unos 60 periodistas fueron asesinados entre junio de 1994 y marzo de 1996, los sindicatos de periodistas, los empleadores y las autoridades han combinado sus esfuerzos para minimizar los riesgos.
Las organizaciones de medios y los representantes de los trabajadores de los medios y los periodistas deben hacer mucho más para brindar protección al personal de los medios. En particular, es necesario:
- Preparación adecuada por parte de periodistas y medios de comunicación antes de ir a la misión. Las organizaciones de medios deben brindar asistencia técnica y establecer programas de capacitación diseñados específicamente para mejorar los niveles de seguridad personal y para llevar a cabo una evaluación de riesgos relacionada con tareas específicas.
- Seguro de salud y vida para todos los que trabajan en el campo, con procedimientos establecidos para garantizar que cualquier persona que pueda estar en riesgo, incluido el personal independiente o los corresponsales, esté cubierta.
Además, las organizaciones de medios deben revertir las tendencias recientes que socavan las condiciones sociales y profesionales en las que trabajan los periodistas. Debe haber una mayor inversión en capacitación profesional y ética periodística para enfatizar la importancia del periodismo de investigación para la buena salud de la sociedad democrática.
Los propios periodistas tienen un papel clave que desempeñar. Todos los periodistas deben asumir la responsabilidad de ejercer los más altos estándares de seguridad personal y minimizar los riesgos para ellos y sus colegas. Los periodistas deben mantener los más altos estándares y conducta profesional y no deben comprometer la ética del periodismo en ningún aspecto de la recopilación, producción o difusión de noticias e información.
Pero no son solo los profesionales los que deben tomar medidas prácticas para abordar el problema. Los gobiernos, que tienen la responsabilidad de proteger la vida y la seguridad de los ciudadanos, deben garantizar que los periodistas y los medios de comunicación cuenten con la máxima seguridad y protección contra la violencia.
El gobierno y las autoridades públicas no deben considerar a los periodistas como parte del aparato de seguridad del Estado y no deben exigir información o materiales de los medios de comunicación para ayudar en las investigaciones que son responsabilidad de las agencias oficiales.
Una de las características preocupantes del periodismo siempre ha sido que los gobiernos están dispuestos a utilizar la tapadera de la actividad periodística para realizar vigilancia y espionaje. Es una práctica que expone a todos los periodistas itinerantes a la sospecha y la intimidación.
La clave es reducir el riesgo. No existen garantías absolutas de seguridad, pero los gobiernos, los periodistas y las organizaciones de medios deben evitar crear las condiciones que faciliten la violencia contra los medios. Un punto de partida sería el reconocimiento de que ninguna historia, por dramática que sea, vale una vida.